El chismógrafo Lovecraftiano
Los chismes son las base de la civilización, el artefacto sonoro que utilizamos para hacer lo que más nos gusta hacer a los seres humanos: comunidad. Los chismes por lo general son susurrados, tenemos que acercarnos al chismoso para escuchar con atención; los chismes nos unen no solo físicamente, también nos ayudan a crear enemigos en común, lo que une nuestros espíritus. Y, como todo, esto puede ser utilizado para bien o para mal, para identificar al tóxico del grupo o para alimentar el populismo, para crear una red de apoyo o un culto apocalíptico que, al contrario de la red, destruye vidas.
Si hablamos de Literatura, hablamos de chismes. Creo que el chismoso por excelencia ha sido, es y será siempre el viejo Shakespeare, por ejemplo, no se me ocurre un mejor chisme que el de aquellas familias que se odiaban a muerte y cómo el hijo de unos y la hija de los otros se enamoraron y, para no hacer el cuento largo, terminaron muertos. Tenemos un impulso nato por enterarnos de las vida de otros, y H. P. Lovecraft lo tenía muy claro.
Lovecraft escribía muy al estilo de la literatura decimonónica, a pesar de su obsesión con el siglo XVIII; si analizamos sus cuentos a detalle, podemos ver que casi siempre el narrador es o fue parte de la historia y ahora nos la cuenta como, eso, un chisme. Nos basta con leer la primera frase de los cuentos que se han publicado aquí hasta ahora:
«La horrible conclusión que gradualmente había estado invadiendo mi confundida y obstinada mente era ahora una desagradable certeza.»
La bestia en la cueva
«Arriba en lo alto, coronando el pastizal en la cima de una abultada loma cuyas faldas se espesan con los retorcidos árboles de un primitivo bosque, se erige el viejo castillo de mis ancestros.»
El alquimista
«Al relatar las circunstancias que han llevado a mi confinamiento en este refugio para dementes, estoy consciente de que mi posición actual creará natural duda sobre la autenticidad de mi narrativa.»
La cripta
«Escribo esto bajo considerable presión emocional, ya que para esta noche habré dejado de existir.»
Dagan
Que Lovecraft eche chisme con mayor elegancia y fantasía que nuestra tía Marta es tan solo cuestión de estilo, pero a fin de cuentas el impulso es el mismo.
Los cuentos: «Una reminiscencia del Doctor Samuel Johnson» y «El viejo Bugs. Un extemporáneo y trágico cuento por Marcus Lollius, Procónsul de Gaul», que serán publicados a finales de mayo y septiembre respectivamente, son en toda regla la mayor expresión del chismógrafo Lovecraftiano.
Ambos carecen de los atributos cosmico-fantásticos que tanto disfrutamos de la literatura de H. P. L. pero no por eso son menos interesantes.
En el primero nos adentramos en el mundo de los clubes de prensa amateur en los que el escritor participaba desde que era niño, sociedades en las que además de periódicos los participantes también intercambiaban cartas personales, a veces enalteciendo los textos propios, a veces pisoteando los de otros. En este cuento, «Una reminiscencia del Doctor Samuel Johnson», el personaje principal, y narrador, tiene algo así como doscientos años de edad y por eso escribe de modo arcáico, utilizando altas y bajas de forma aparentemente indistinta y un arsenal de florituras que hoy en día (y ya en 1917, cuando Lovecraft escribió el cuento) parece innecesario y engorroso, pero que utiliza para contar la historia de la creación y la caída de uno de estos clubes:
«El Privilegio de Rememorar, aunque enredoso o soporífero, es algo generalmente permitido a los mayores; ciertamente, es frecuente que por medio de dichas Evocaciones los eventos ocultos de la Historia, y las Anécdotas menores de los Grandes, son transmitidos a la Posteridad.»
Una reminiscencia del Doctor Samuel Johnson
En «El viejo Bugs. Un extemporáneo y trágico cuento por Marcus Lollius, Procónsul de Gaul», Lovecraft nos lleva de la mano al interior de una taberna que es el ombligo del bajo mundo de Chicago, y allí, a punta de chismes sobre quién va y quién viene, nos enteramos de una historia fascinante que no pienso destripar en este momento, prefiero esperar a que la lean en unos meses, solo les diré que: «Lo llamaban «el viejo Bugs», y era el más desprestigiado objeto en medio de aquel desprestigiado ambiente.».
Pinta a que va a estar bueno el chisme.